Entrevista a Claudio Pansera:
“El 90% de la producción cultural en la Argentina es independiente”


Nuestro entrevistado es uno de los recopiladores más rigurosos de la información sobre experiencias de Arte y Organización Social en nuestro país. Desde su organización Artes Escénicas hace años que promueve encuentros, debates e intercambios entre organizaciones y artistas interpelados por la cuestión comunitaria; parte de su trabajo puede compartirse en su último libro “Cuando el arte da respuestas”. En esta entrevista, nos da una visión particular del conjunto de experiencias que existen en todo el país y responde a las cuestiones y debates que La Mestiza quiere proponer.


Como adolescente que incursionó de manera autodidacta en el cine de animación, documentales y fotografía, Claudio Pansera se acercó al arte con la pasión del que se le anima sin prevenciones intelectuales. Vivenciado como búsqueda y goce, no tardó en compartir su entusiasmo con otros, organizando jornadas de cine debate en lugares donde la actividad artística es un lujo, cuando no una ocupación sospechada. Neuropsiquiátricos, cárceles, fueron escenarios de una indagación que complementaría con el periodismo y a través de los que daría sus primeros pasos en la gestión cultural.
En 1998, promueve el proyecto Artes escénicas, con el que edita un periódico focalizado en comunicación y cultura, dedicado a cubrir la producción independiente; la propuesta se continuará en el período 1999/ 2000 con presencia en Internet, y con la organización de eventos, como los encuentros de danzas de nuevas tendencias o los que impulsa la asociación Cuentacuentos.
Definitivamente vinculado a estas organizaciones, amplía su campo de investigación, hasta que el cimbronazo del 2001, modifica los modelos vigentes de intervención social. Es en ese momento cuando “comienza a resignificarse la labor de esos grupos, convirtiéndose en modelos vigentes y válidos de una nueva propuesta, de una nueva organización, de una nueva forma de buscar herramientas para producir cambios”. Precisamente, desde esa emergencia histórica iniciamos nuestro diálogo...


Está claro que, con la crisis, esos grupos se ven a sí mismos de otra manera, pero qué pasa desde lo público. ¿También se empieza a tener otra mirada?
-En algunos casos, sí. Pero básicamente la crisis obliga a mirar de una forma distinta la realidad. Ya no existe una única realidad cultural, así como tampoco existe una única forma del estado.

Cómo encaran entonces la organización de estos encuentros, cuáles pasan a ser las prioridades...
-En el 2003, cuando organizamos las jornadas de cultura y desarrollo, advertimos una desarticulación entre los proyectos, y buscamos puntos y necesidades en común. El objetivo fue reunir a esos grupos, romper el individualismo que tenían muchos de ellos, propiciar una mirada común de todas las dificultades.

¿Qué resultado tienen esas jornadas?
-Participaron setenta y tres proyectos argentinos y tres extranjeros, pero como la convocatoria se hizo casi boca a boca, supusimos que seguramente habría muchísima más gente trabajando estos temas. Así que hicimos las segundas jornadas al año siguiente y entonces se presentaron más de doscientas organizaciones. Después, en el 2005, doblamos ese número.

¿Y cuál es el desafío ahora?
-En parte, descentralizar, por eso el último encuentro se hizo en Mendoza, pero el objetivo fundamental es crear un sistema de comunicación, que es un vacío muy concreto. Así, organizamos el polo de cultura y desarrollo social en el que participan quinientos treinta miembros.


¿Qué temas de debate surgen en estos encuentros?
-Uno muy recurrente es cómo visibilizar el poder transformador del arte. Por eso propusimos el día del arte solidario, fijando una fecha, 7 de julio, que permita ver la realización simultánea de todas las actividades.

Supongo que el estado empieza a advertir este movimiento...
-Claro, a medida que se va haciendo cada vez más notable, se da la posibilidad de que sea tomado tanto por las agencias políticas como por los gobiernos. Cuando ven que esto tiene peso y lugar en la sociedad empiezan a incorporarlo, se generan programas y subsidios, o se crean direcciones para trabajar en estos temas.


Hay una pregunta que atraviesa las organizaciones que componen La Mestiza: si estas iniciativas, si la misma acción de las organizaciones, son germen de algo nuevo o un parche que viene a remendar agujeros del sistema.
-Yo creo que hasta ahora fue visualizado como un parche; por ejemplo: “Este grupo está bueno para que vaya a entretener un poquito a los chicos internados este fin de semana”. Pero –y esto ocurre sobre todo a partir de la crisis del 2001– con la necesidad de repensar algo nuevo, la mirada se fija en otros aspectos del fenómeno: de considerarlo sólo como producto cultural concreto, empiezan a observarse los pasos intermedios para llegar al producto final de cada disciplina artística. Y ahí se advierten beneficios que tienen una fuerte incidencia social, como la inclusión, por ejemplo...

Una nueva forma de vinculación entre la gente.
-Sí, porque estos procesos permiten articular con personas con las que uno pensaba que no podía compartir proyectos. También ocurre otra cuestión muy importante: se incorpora gente de todas las edades... y algo que es fundamental: toda persona que pasa por un proceso artístico de estas características no queda igual, entonces el proceso de cambio político es completo.

Estas organizaciones pueden considerarse nuevos mediadores de la representación social.
-Claro, porque al romperse por completo con los esquemas vigentes, los viejos sistemas de representación entran en crisis: sindicatos, partidos políticos, todo aquello que no logró dar una respuesta adecuada. No pueden buscarse con esas viejas herramientas respuestas a estas nuevas necesidades. Todo esto forma parte de algo absolutamente nuevo.

Pero la transformación ¿es individual o colectiva?
-En la mayor parte de los casos son micro respuestas, pero en la sumatoria se generan redes donde uno ve el mayor potencial de transformación; así, se imponen temas, se generan espacios nuevos, se logran conquistar espacios políticos que antes no existían...

Lo paradójico, me parece que es esto: los sindicatos tienen una estructura, desde la material y concreta, como sus propios teatros, hasta la red vincular de sus afiliados, pero no producen hechos artísticos... ¿al menos se han sumado a la red?
-No orgánicamente. Siempre encontrás individuos, gente interesante, docentes, médicos, lo que sea, que tienen el deseo y arman proyectos muy interesantes pero por fuera del sindicato. Incluso dentro del esquema de los hospitales, por ejemplo, pero no dentro de los sindicatos.
Esto nos lleva a la idea de caridad, tan presente en algunos emprendimientos que se plantean un vínculo con la comunidad...-Sí, en esto se destaca el gesto de alguien que da un beneficio a quien lo necesita. Una transmisión de arriba para abajo del servicio que te quiero dar.

1 comentario:

Yani dijo...

Muy buena entrevista y muy interesante el entrevistado!

Tuve la oportunidad de asistir a una conferencia que dió Claudio Pansera junta con Aurelia Chilemi sobre arte comunitario y quedé fascinada con el impacto político, social e individual que tiene este tipo de proyectos. Formo parte de uno y realmente ohí teorizar muy bien nuestras vivencias concretas (bailarines-tlv.blogspot.com)

Un gusto haberlos encontrado La Mestiza!