Yo somos la mestiza

Belleza siempre. Conversaciones, emociones desparejas y amontonadas. En estos barrios, en esta ciudad, lo que nos ayuda a vivir es la belleza (¿qué otra cosa?); las emociones que sabemos generar y compartir. No hay un rincón en Buenos Aires ni en el conurbano en donde uno no encuentre mezclas de lo social y lo popular con el Arte, con la creación de símbolos. Desde aquéllas coplas del “Martín Fierro” hasta las banderas en un recital de La Renga, pasando por los cabezones de una murga, por la risa de los vecinos de un barrio juntándose en la plaza a hacer teatro y terminando en los arabescos de una piba de barrio bailando “hip-hop”, siempre está ese roce áspero, sensual, entre la necesidad de ser bellos y la lucha por ser justos. Y el esfuerzo de todas y todos es heroico; más en esta suerte de “cancha embarrada” en la que nos toca buscar la luz.

A veces tanta belleza rebelde embriaga un poco, o enturbia la razón, o la ayuda. “El Espíritu de la Tierra”, le decía Scalabrini Ortiz. Nosotros la llamamos “La Mestiza”. Y existe.

La Mestiza es una mujer, inconmensurable, que se aparece en las soledades. Las soledades de un caserío aislado, al costado de una ruta suburbana, y las de un departamento húmedo, en el cuarto piso de un antiguo edificio porteño. Aparece frente al miedo, la desconfianza y las incomunicaciones celulares. Nosotros la vimos. De repente se siente ondear la superficie de los baldíos, las computadoras de los “cíber” en los barrios se enloquecen, se levanta una ventolina de verano y como si fuera una alucinación de madrugada se oye un susurro, mitad profecía, mitad invitación, mitad amenaza. Y la escuchás en el oído, ojo, en voz baja. La Mestiza casi nunca levanta la voz.
El imperceptible transcurrir de una manta sobre tu hombro, una mano muy suave que te lleva en la penumbra hasta que podés reconocer al tacto la madera de la mesa de un lugar humilde, recubierta de fórmica un poco gastada y cerca de una calle que no llegás a reconocer. Hay un silencio oscuro, desvanecedor... la tentación es dormirte. Pero no. Al susurro de su voz, abrís los ojos.


Y delante tuyo estallan dos millones de bombos subiendo en espiral enloquecido hacia el sol, y de aquél lado suena algo parecido a guitarras eléctricas (¿o son criollas?), mientras una cascada gigante de pibes se desborda por arriba en risas llenas de dibujos en témpera y pan cortado con mermelada que te alcanza la misma nena que ayer escribió el cuento que te hizo pensar en Conti. Estás leyendo el cuento y la escultura de la foto que tallaron por internet los graffiteros se pierde en el bolsillo de ese viejo que hace de nene en la obra sobre la historia del barrio. Con las manos te agarrás la cabeza, para saber si sigue ahí, y el viejo se acerca y te lo confiesa: “yo estuve al lado de Einstein en el Cordobazo”.

Ahí suele suceder que uno cree que despierta. Te acomodás. El primer reflejo es encender la luz o tomar asiento y sostenerse.

Pero inmediatamente, queridos amigos, pasa otra cosa. Implacable, dulce, pero final.
Salimos a la calle a buscarla.


Las explicaciones que hay en danza sobre nosotros no nos enamoran. Se complica. No nos gusta cuando nos dicen que utilizamos el “arte como una herramienta educativa”, o que hacemos “arte testimonial”, “de protesta” o “comprometido”; no nos gusta cuando dicen que hacemos “arte pobre”, “arte para pobres” o “arte de la pobreza”. No nos gusta cuando nos definen como “no gubernamentales”, “pintorescos”, “marginales” o “politizados” o “solidarios”, como si se tratara de calificativos que expresaran la esencia diferencial de nuestras prácticas respecto de las de cualquier otro ciudadano.

Desde esa ausencia, es muy difícil expresar lo que sentimos estos días, en los que está viendo la luz el número 1 de una publicación como LA MESTIZA. Todos nosotros (y nosotras), los que estamos buscando el sentido de este país y de nuestras vidas a través de las acciones artísticas y comunitarias, sentimos desde hace años cosas contradictorias: por un lado, un continuo maravillarnos con el poder de las creaciones grandes, medianas y chicas que protagonizan los grupos en los que trabajamos. Es ese remolino el que nos da energía, cada fin de semana, cada función, cada salida, cada ensayo y cada movida. Pero también es cierto lo otro; vivimos en una especie de “orfandad” en el terreno de las palabras, de lo escrito y de lo impreso, en relación a lo que hacemos.

Lo que nos hace “nosotros” no es nada de eso. Lo que nos hace “nosotros” es que estamos intentando construir un mundo nuevo, bastante tenaz y desordenadamente, pero absolutamente mejor que éste. Aunque con muchas preguntas, es cierto. Preguntas que intentan formularse en acciones a tientas y en borradores de ideas.

Este primer número de LA MESTIZA, y su pregunta de tapa, es prueba de ello. Desde el relato emocionante del Pueblo de Patricios, que eligió el Teatro Comunitario para retomar su destino, al reportaje a Claudio Pansera, pasando por los dibujos de Emilio Utrera, el joven historietista que hizo sus primeros bocetos en las organizaciones sociales de San Fernando, zambulléndonos en las ideas polémicas y vigentes de Homero Manzi, riéndonos con el juego de la oca-fotonovela, organizando el relevamiento de grupos y organizaciones culturales, compartiendo información en la agenda, es material vivo que habla de una discusión que quiere empezar a articularse.

Por esos andariveles avanza La Mesa de las Preguntas, un debate a cuatro voces sobre la cuestión propuesta, a saber: ¿el Arte comunitario es el germen de algo nuevo o un parche “políticamente correcto” que nos anestesia en la exclusión? Una discusión sin recetas, que está esquivando los lugares comunes con los que se clausura la creación; esta reflexión va a continuar en el sitio web de La Mestiza y esperamos que provoque la circulación de otras visiones y otras apuestas.

Desde aquí y hasta Diciembre, otros tres números de La Mestiza (en septiembre, noviembre y Diciembre) nos van a proponer el debate sobre “Arte y Política”, sobre “el Rol del Arte comunitario en relación a lo masivo y a la cultura globalizada” y sobre las “Políticas Públicas en Arte y Cultura”. Si todo sale bien, varios miles de militantes y trabajadores del arte comunitario estaremos compartiendo un proceso de articulación y formación inédito en esta Ciudad y el Conurbano, que también va a compartir ecos y resonancias de organizaciones del resto de América Latina.

Esta publicación tiene otra cosa rara, y es que su Consejo Editorial está formado, en principio, por cuatro organizaciones sociales: El grupo de Teatro Catalinas Sur, el Circuito Cultural Barracas, la Fundación Crear Vale la Pena y El Culebrón Timbal. Llegar a este punto de síntesis y proyección entre todos nosotros fue un camino intenso, audaz y tan lleno de aprendizajes como de incertidumbres y apuestas.

Esperamos también que esa reflexión colectiva vaya generando otros vínculos y proyectos comunes con muchas más organizaciones y grupos. La construcción de un Mapa Dinámico de la Cultura Comunitaria quiere animarnos a intentar circuitos y recorridos que no reenvíen la creación popular a las lógicas del Mercado y la exclusión y nos permitan explorar otras formas de economía social en el arte, la cultura y la comunicación. Por eso, y muy sinceramente, estamos intentando abrir un canal de debates conceptuales y organizativos en el que es fundamental el aporte de todos, sin perder de vista el humor, el afecto y la paciencia de los proyectos colectivos.
Compañeras, compañeros, basta de introitos. La pureza, dicen, tiene patas cortas; llegó la hora de empezar a mestizarnos. Bienvenidos.

CONSEJO EDITORIAL

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bienvenida mestiza. Es hermoso ver que se puede todavía "decir", invitar a pensar, a emocionarnos, a desafiar lo establecido. Vamos.

Anónimo dijo...

Hola:
Primero felicitaciones por la revista que es sencillamente ESPECTACULAR
Nosotros somos un grupo de vecinos de La Plata, del Barrio Meridiano V y alrededores, que desde hace unos años ocupamos y recuperamos una Estación abandonada del ex ferrocarril provincial (cerrado por la dictadura) y creamos un Centro Cultural vecinal.
Nos gustaría tomar contacto con ustedes para comentarles como esta funcionando este proyecto comunitario y ver si podemos adentrarnos más en el proyecto de ustedes. Seria bárbaro que la revista llegue acá en La Plata (en la estación funciona el grupo de teatro comunitario “Los Okupas del Anden”) además seria buenísimo capacitarnos en la gestión cultural porque estamos creciendo mucho y nos gustaría conocer e intercambiar con otras experiencias.
Un Abrazo
Centro Cultural Estación Provincial
Para tener más info visitar:
www.estacionprovincial.com.ar

Anónimo dijo...

hola meztiza que tal qeria felicitarlos por su segundo numero..
cuando lo van a publicar online?..

abrazos calidos para todos!..