La llama de la pasión


Por La Mestiza
/ En los análisis más frecuentes sobre todas estas experiencias, se subraya el carácter efímero de su existencia. Muchos ensayos y artículos pasan revista sobre estos colectivos, e incluso trasladan esa mirada al fenómeno de las Asambleas Barriales, para sacar una rápida conclusión: “fue lindo mientras duró, pero se hizo pedazos”; inmediatamente, surge otra definición: “efectivamente, nunca se va a transformar la realidad desde estas experiencias”. Nosotros pensamos que esa es una mirada equivocada, simplificadora, lo que se dice “reduccionista”. La relación entre estas acciones, sus producciones simbólicas y su impacto en la realidad, no puede ser analizada exclusivamente según lo que pasa en la epidermis, en la superficie de la vida pública. Hay que dedicarle tiempo a analizar tanto los procesos desde los que vienen (en el pasado, en, por ejemplo, las luchas artísticas y sindicales y sociales de décadas anteriores), sus efectos en la coyuntura política (que nunca fueron pocos, ni ingenuos, ni estériles), y , sobretodo, los procesos que preanuncian en el inconciente colectivo de miles y miles de nuevos artistas, comunicadores y luchadores sociales para el futuro. Estos grupos y experiencias tuvieron y tienen una enorme influencia en el campo estético del pensamiento político; influencia que logró trascender el blindaje simbólico con que, por ejemplo, la década de los 90 intentó institucionalizar el pensamiento único. En este sentido, la supervivencia física de los colectivos es un dato importante, pero también relativo. La cuestión central es si esas experiencias estaban situadas o no sobre algo vivo; y vaya si lo estaban. Hoy, por ejemplo, son parte sustancial de la mística de esta publicación.

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