Cuando Tucumán ardió


Como quedó dicho, el nombre Argentina Arde alude explícitamente a una de las más interesantes experiencias en el arte político y colectivo que en 1968 se conoció como Tucumán Arde.

El gobierno militar de Onganía (1966-1969) que protege a los grandes ingenios que cuentan con capital norteamericano en desmedro de los establecimientos más pequeños, incidirá dramáticamente en el nivel de vida de las clases populares, lo que se traducirá en alarmantes tasas de desnutrición.

La bochornosa propaganda oficial, que niega esta situación, será enfrentada por la contrainformación de los artistas, que dan a conocer las situación política, social y económica que vive la provincia. De manera encubierta, algunos se contactan con sectores oficiales de la cultura para pedirles espacios, en tanto otros fotografían, filman y entrevistan a trabajadores y dirigentes con el objetivo de dar a conocer la situación de los ingenios y sus condiciones de producción. Entre otras acciones, marcarán la contradicción entre las condiciones de vida de los trabajadores de uno de los principales ingenios y la actitud de su dueño de realizar un concurso de pintura saludado con loas por artistas y funcionarios tucumanos.

Tucumán arde no solo fue una muestra sino que consistió en un proceso experimental de análisis de información, en un intento de mostrar la explotación y empobrecimiento de esa provincia, contraponiéndola con la propaganda oficial sobre el curso de la crisis.

La obra se expuso durante dos semanas en Rosario, y cuando se montó en Buenos Aires debió levantarse por presiones del gobierno militar. Tucumán arde se constituyó en el principal referente del arte colectivo, siendo reconocido por los grupos de artistas que se expresan políticamente a través del arte en la actualidad.

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